Mientras la economía mundial se adormece, se polariza la política
Sergio Lehmann Economista Jefe Bci Estudios
- T+
- T-
Sergio Lehmann
La economía mundial parece adormecerse. China se desacelera, EEUU da cuenta de un menor impulso, Europa enfrenta rigideces estructurales y las economías emergentes muestran bajo dinamismo. Frente a este escenario se observa que en varios países, partidos políticos extremos, antisistema, contrarios a la globalización, ganan fuerza. El gran impulso al desarrollo de las últimas dos a tres décadas, que significó un aumento sin precedentes en el comercio internacional, está en riesgo.
El discurso político populista, el que ha sido más propio de economías emergentes, con América Latina mostrando un extenso prontuario en este ámbito, comienza ahora a oírse con cierta fuerza en EEUU y Europa. Surgen movimientos que plantean la necesidad de cerrar sus economías, creyendo que de esa forma protegen el bienestar de su población. Este discurso nacionalista y retrógrado desconoce los beneficios que ha traído la globalización, dando un espacio desmedido a sectores que perciben no haberse visto favorecidos. El comercio mundial se ha triplicado en los últimos 15 años, llegando al día de hoy a casi US$ 33 trillones; un tercio de los cuales se asocia a economías emergentes. El ingreso per cápita mundial ha subido más de 100% en el mismo lapso, alcanzando un promedio de US$15.000. Pero más importante aún, la pobreza ha caído con fuerza de acuerdo a cifras del Banco Mundial. Hoy, menos de 4% de la población del mundo se encuentra en situación extrema, un tercio de lo que era hace una década y media atrás. Aún la tarea por delante es exigente, pero qué duda cabe, los avances han sido notables.
A pesar de esta evidencia, en Europa han ido ocupando mayor espacio movimientos nacionalistas, anti-inmigrantes y contrarios a la integración comercial, ignorando el bienestar que ello ha traído. El riesgo de un Brexit en Reino Unido es precisamente reflejo de este fenómeno. En EEUU hemos visto cómo los discursos populistas ganan terreno, a pesar de que la flexibilidad de su mercado y las oportunidades de emprendimiento que ofrece, han sido claves para su posicionamiento como la mayor potencia económica. Algo en este mismo sentido hemos observado en Chile. Algunos grupos, a pesar de ser minoritarios, alzan su voz con fuerza y exigen cambios estructurales al modelo que ha permitido reducir la pobreza y elevar la calidad de vida de todos los sectores nacionales.
Detrás de estos desarrollos políticos vemos que una economía mundial más débil lleva a que las expectativas, algunas veces desproporcionadas, no aparecen bien satisfechas. A nivel global surge entonces la necesidad de revitalizar el crecimiento, potenciando las bondades de la integración y abordando los desafíos estructurales que afrontan algunas economías. Por ahora no se ven muchas luces en esa dirección. La OCDE ha señalado recientemente que la economía mundial se encuentra atrapada en una fase de bajo crecimiento, y algunos analistas apuntan a un estancamiento secular en la dinámica económica. Es tiempo que comencemos a torcer esta realidad. En Chile, podemos dar el ejemplo, implementando de manera seria y comprometida las medidas que lleven a una mayor productividad, y podamos dar así un nuevo impulso al crecimiento.